“Nunca hay tiempo para hacer las cosas bien.
Siempre hay tiempo para hacer las cosas dos veces.”
Son las 13:05, hora en la que terminamos nuestra sesión de trabajo con un directivo que a su vez gestiona un equipo de personas, invierten una parte importante de su tiempo a las reuniones y por eso hoy hemos entrenado las habilidades necesarias para optimizar la efectividad de estos encuentros periódicos y necesarios para el buen funcionamiento.
A pesar de la atención puesta en la cuestión, la mayoría de los participantes, me cuenta mi cliente, se sienten frustrados. Muchos no saben para qué la reunión es relevante, ni cual es su propósito. Otros están distraídos con asuntos “no relacionados” y no pueden concentrarse en la reunión.
¿Qué hemos entrenado entonces ? Aprender a coordinar efectivamente acciones como una habilidad complementaria a las técnicas, para que las personas agreguen el mayor valor posible desde su rol.
Y ¿Cómo se hace esto?